miércoles, 9 de noviembre de 2016

RELIGION

                          VOTO DE OBEDIENCIA


Es aquella sumisión general que los religiosos juran a Dios, y voluntariamente prometen a sus superiores, para ser dirigidos por ellos en los caminos de perfección de acuerdo al propósito y constituciones de su orden. Consiste, de acuerdo a Lessius (De Justitia, II, XLVI, 37), en el permitirse un hombre a sí mismo ser gobernado a través de toda su vida por otro por amor a Dios. Está compuesta de tres elementos:
1. El sacrificio ofrecido a Dios de su propia independencia en la generalidad de sus acciones, cuando menos de aquellas que son exteriores; 2. El motivo, a saber, la perfección personal, y, como norma, también la ejecución de trabajos espirituales o corporales de misericordia y caridad; 3. El contrato expreso o insinuado con una orden (antes también con una persona), la cual acepta la obligación de guiarlo al fin para el cual él acepta sus leyes y su dirección.
Obediencia religiosa, por lo tanto, no involucra aquella extinción de toda individualidad, tan alegada contra conventos y contra la Iglesia; ni es ilimitada, por cuanto no es posible ni física ni moralmente que un hombre se rinda absolutamente a la guía de otro. La elección de un superior, el objeto de la obediencia, la autoridad de la Iglesia jerárquica, todo excluye la idea de regla arbitraria

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                             VOTO DE CASTIDAD
Castidad es el comportamiento voluntario a la moderación y adecuada regulación de placeres o actos sexuales

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VOTO DE POBREZA


Nuestro fin es llegar por medio del voto de pobreza a esa libertad interior, dependencia total a la voluntad de Dios. No podemos decir que estamos totalmente libres si siempre andamos buscando como saciar nuestras necesidades. Ser libre es no pensar en mi y pensar solo en Dios.
El voto de pobreza nos libera de nuestros deseos de comodidad y satisfacción, nos ejercita en sentir ausencia de las necesidades materiales y despega nuestro ser de apegos interiores como son nuestro propio yo y deseo de amor de los demás deseos de ser amada, para llegar a desear ser amadas y amar solo a Dios.
¿Cómo es que el voto de pobreza libera nuestro corazón de las ataduras materiales, comodidades y deseos llevándonos al completo abandono en Dios y desear no tener nada más que a El? Santo Tomás dice que el alma humana tiende a desear poseer. Nuestro trabajo es dirigir este deseo de posesión, inclinar todas nuestras facultades del alma a desear poseer solo a Dios. Es un ejercicio diario. Está bajo nuestra responsabilidad velar nuestro corazón de amores ajenos a Dios. "Nuestro corazón es tan pequeño, que no caben en él dos amores; y habiendo sido creado sólo para el divino, no puede tener descanso cuando se halla con otro" (Santa Margarita María). 


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